Structural changes to aid science in developing countries


Nature 464, 486 (25 March 2010) | doi:10.1038/464486c; Published online 24 March 2010

Structural changes to aid science in developing countries

Mauricio Terrones1

1. Departamento de Ciencia e Ingeniería de Materiales e Ingeniería Química, Universidad Carlos III de Madrid, 28911 Leganés, Spain
Email: mtterrones@gmail.com

I am quoted in a News story as saying that I wouldn't work in a developing nation again, after having been forced to leave my laboratory at the federal Institute for Scientific and Technological Research of San Luis Potosí in Mexico (Nature 464, 148–149; 2010). Because I have many valued friends and collaborators in developing countries, I would like to clarify this statement, in case it should cause offence.

My brother and I returned to Mexico after doing our doctorates and postdoctoral work abroad, with a view to establishing a first-class laboratory. We showed unequivocally that working in a developing nation is no bar to doing excellent science. Our students from Mexico's first graduate programme in nanotechnology have excelled. Our key strategy was to work as a team with an innovative horizontal philosophy that involved people from different areas of research in various countries.

Such multinational collaborations are crucial to the success of science, technology and innovation in developing nations. This in turn will help to fight poverty and social problems by improving the quality of life of their inhabitants.

My statement was therefore not intended as an adverse reflection on science in developing nations. Establishing world-class nanotechnology in Mexico called for an incredible amount of effort and personal sacrifice. My declaration was to do with this, indicating only that I would be reluctant at this point in my career to start again from scratch on such a colossal undertaking.

As a scientist, I shall continue to help developing nations, including Mexico, to boost their talented researchers in nanotechnology. But structural changes in the operation of science, its leadership and working philosophy will be necessary, as well as proper teamwork and a promotion system for promising young scientists.

Fuente: http://www.nature.com/nature/journal/v464/n7288/full/464486c.html

Respuesta a investigadores del IPICYT


Publicada en la Jornada el 24 de Marzo de 2010

Desde que escribí mi artículo "Nanociencias y nanofuncionarios" sospeché que habría reacciones. El despido de los investigadores Humberto y Mauricio Terrones Maldonado, ha envenenado el ambiente en el IPICYT en un nivel casi insoportable, al grado de que quien se atreva a tocar este caso, inevitablemente sale raspado.

Lo primero que quiero aclarar, es que en mi artículo publicado el 16 de marzo, no hay una crítica a una institución como el IPICYT, mucho menos a sus investigadores. Se trata de algo muy diferente. El IPICYT es una gran institución, pero a muchos nos duele que se trunque ahí el desarrollo de un área promisoria de la investigación en México. Los conflictos en las instituciones científicas no se pueden resolver despidiendo investigadores.

El comunicado firmado por 40 académicos no contradice los argumentos principales de mi texto, se dedica a señalar las cosas que me faltó decir, todas ellas en contra de los hermanos Terrones. Pues bien, en La Jornada, además de mi artículo, se han publicado los argumentos del director del IPICYT que pueden verse en la página de Internet de nuestro diario.

La respuesta a mi artículo, no es en contra mía, es sólo un pretexto para justificar la política de las autoridades del IPICYT, para cesar a dos científicos. Yo reafirmo las conclusiones de mi artículo: Las autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología dañan el desarrollo de un área del conocimiento, desprestigian a nuestro país y exhiben ante el mundo su incapacidad para resolver racionalmente un conflicto.

Finalmente quiero agradecer a los firmantes del desplegado hacerme ver el error en el que incurrí en mi texto al definir un nanometro. Ciertamente es la mil millonésima parte de un metro, cosa que corregí de inmediato y está publicado (El Correo Ilustrado, 17 de marzo de 2010). Quiere decir que a quienes aludo en el título de mi artículo, son aún más pequeños de lo que imaginaba.

Javier Flores

Fuente : http://www.jornada.unam.mx/2010/03/24/index.php?section=correo

Nanoescándalo a la mexicana


La ciencia por gusto
Martín Bonfil Olivera

El papel de un jefe no es mandar, sino ayudar a que los demás trabajen. Sobre todo en una institución académica. Por desgracia, los burócratas rara vez lo entienden, ni siquiera si son académicos que ocupan puestos de mando.

Triste ejemplo: el escándalo internacional desatado ante el despido de dos de los investigadores más productivos del país, los expertos en nanociencias y nanotecnología, Humberto y Mauricio Terrones Maldonado, del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt).

Se trata del último episodio —hasta ahora— de un conflicto ya largo. Los hermanos Terrones han tenido repetidos problemas con la dirección de dicho instituto, que los acusa de conflictivos, de no ajustarse a las normas e incluso de haber patentado algunos procesos con empresas privadas e instituciones extranjeras sin respetar la legislación mexicana.

Por su parte, los investigadores se dicen víctimas de acoso laboral desde su participación en el proceso de destitución del anterior director del Ipicyt, José Luis Morán (inhabilitado diez años por violar la normatividad presupuestal). Los problemas entre los hermanos Terrones Maldonado y el actual director, David Ríos Jara, no han hecho sino aumentar.

El premio Nobel y pionero de la nanotecnología Harold Kroto, con varios destacados miembros de la comunidad científica internacional, ha defendido repetidamente a los dos científicos despedidos. El 11 de marzo la revista Nature, una de las publicaciones científicas más influyentes del mundo, divulgó un reportaje al respecto y una carta donde Kroto afirma que “son la ciencia y México los perdedores en este pleito político”, y pide la intervención de Felipe Calderón “o el prestigio de la ciencia mexicana y los prospectos para su desarrollo tecnológico sufrirán, ya que los jóvenes científicos mexicanos no querrán regresar a su país luego de formarse en el extranjero”.

Si uno tiene dos estrellas internacionales, debe cuidarlas. Aun sin son divas, aun si son conflictivos. La incapacidad del Ipicyt para conciliar ha resultado en un descrédito de la ciencia nacional y la perspectiva de que pretender hacer investigación científica en México no tiene sentido. Al menos en este caso, burocracia mata ciencia.

lacienciaporgusto.blogspot.com
mbonfil@unam.mx
Fuente:http://impreso.milenio.com/node/8740095

Nanociencias y nanofuncionarios



por Javier Flores, LA JORNADA, martes 16 de Marzo, 2010

Todo lo que somos y lo que nos rodea está formado por átomos. Transformar deliberadamente la estructura de la materia a nivel microscópico significa crear cosas desconocidas que nos permiten entender mejor la naturaleza y de las cuales podemos beneficiarnos. Éste es el campo de estudio de las nanociencias y las nanotecnologías. El nombre proviene de la escala en la que se realizan las investigaciones, algo realmente muy pequeño (un nanómetro es la millonésima parte de un metro). Se trata de un territorio novedoso, con implicaciones importantes en las áreas de la salud, la energía y los nuevos materiales, entre otras.

San Luis Potosí se convirtió repentinamente en tierra promisoria para los estudios en este campo. Cuando surgió el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT) fueron atraídos dos jóvenes investigadores formados en el extranjero con las más altas calificaciones académicas: Humberto y Mauricio Terrones. De inmediato se pusieron a trabajar, logrando en poco tiempo colocar al país en los niveles más destacados en el concierto internacional. Crearon el primer posgrado en México en estas áreas, y sus investigaciones son reconocidas en el mundo.

Pero el ambiente en el que se desarrollan las tareas en el IPICYT dista mucho de ser el más propicio para la creación científica. En diciembre de 2009, los hermanos Terrones fueron despedidos, con lo que quedaron truncados diversos proyectos de investigación y se generó gran incertidumbre sobre la suerte de los estudiantes y colaboradores de los dos expertos cesados.

La historia se remonta a varios años atrás, cuando el primer director de ese instituto, José Luis Morán López, fue sustituido y luego inhabilitado por la Secretaría de la Función Pública acusado de nepotismo. En su lugar fue nombrado el doctor David Ríos Jara. Varios investigadores, entre ellos Humberto y Mauricio Terrones, habían denunciado diversas irregularidades. A partir de ese momento el ambiente en el IPICYT se tornó irrespirable; los dos especialistas fueron separados primero de los cargos académicos que ocupaban y se convirtieron luego en blanco de acoso laboral –según lo denunciaron– por la nueva administración.

En junio de 2008 un grupo integrado por 60 científicos de diferentes partes del mundo, encabezados por el premio Nobel de Química Harold Kroto, dirigieron una carta al licenciado Felipe Calderón y a Juan Carlos Romero Hicks, director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). En la misiva expresa su temor de que los ataques a los hermanos Terrones pudieran destruir uno de los centros más promisorios en América Latina en el campo de las ciencias físicas. El tema fue recogido en julio de 2008 por la prestigiada revista Nature, con lo que el conflicto tomó proporciones mundiales. Me detengo en este capítulo del conflicto por la sorpresa que causó en ese entonces la intervención del director del IPICT, David Ríos, quien, lejos de buscar una solución y sanar el ambiente en la institución de la que es responsable, se dedicó a polemizar con la carta de Kroto y declaró a Nature que los Terrones eran muy ambiciosos y que no les gustaba la autoridad. Esta actitud no prometía nada bueno.

A pesar de lo anterior, en dos reuniones realizadas en febrero y marzo del año pasado se llegó por fin a un acuerdo: se crearía una unidad externa para las nanociencias y las nanotecnologías fuera de las instalaciones del IPICT. El director Ríos Jara informó que para ello se contaba con el respaldo del Conacyt. Parecía que todo llegaba a un final, si no feliz, al menos útil para continuar con las tareas científicas. Pero no fue así. Los investigadores fueron despedidos en diciembre y el pasado 6 de enero se impidió la entrada al doctor Mauricio Terrones al instituto. La vigilancia policiaca fue reforzada, sus cubículos fueron sellados y los nombres de los investigadores fueron retirados de sus laboratorios.

El conflicto llegó nuevamente a la revista Nature, la cual le dedicó un editorial el pasado jueves 11 de marzo. Harold Kroto y otros prestigiados científicos publicaron en ese mismo número una nueva carta en la que llaman a la comunidad científica a unir fuerzas para revertir esta situación. Señalan, con razón, que es un ejemplo vergonzoso para la ciencia de las naciones en desarrollo.

En México no podemos darnos el lujo de desperdiciar talento en ningún campo científico y mucho menos en un área de la ciencia de vanguardia. En mi opinión este caso muestra la pequeñez de algunos funcionarios, especialmente en el Conacyt, que dañan el desarrollo de un área del conocimiento, desprestigian a nuestro país y exhiben ante el mundo su incapacidad para resolver racionalmente un conflicto.

Fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/16/index.php?section=ciencias&article=a03a1cie

Nota Publicada en Nature de seguimiento a la problematica en el IPICyT



Se han publicado en la revista NATURE una carta de apoyo y denuncia donde relatan los lamentables hechos que derivaron en el despido injustificado de los doctores Mauricio y Humberto Terrones de sus posiciones como investigadores con definitividad en el IPICYT.





Outcry over scientists’ dismissal


Following years of acrimony, two high-profile researchers in Mexico have been expelled from their institute.